martes, 11 de octubre de 2011

Octubre en el pueblo del Quiché

A partir de esta entrada, en el güipil diacrónico de la memoria estaré dejando algunos recorridos de fotografía con fines documentales, allende la narrativa acompañada de imágenes que ha sido empleada hasta la fecha. Este primer esbozo corresponde al viaje, efectuado con los estudiantes de arqueología y antropología de la Escuela de Historia, a principios de octubre de 2011.

Las primeras tres imágenes corresponden al templo de Santo Domingo en Sacapulas: campanario, campana y atrio. 







a partir de la cuarta foto, un recorrido entre los edificios y el bosque de pinos cincuentenarios de Q'umarkaaj: Plaza Mayor del sitio, patio para Juego de Pelota y una serie de hongos, líquenes y flor.






En el pueblo del Quiché, octubre de 2011.

Arqueología, cordilleras y río crecido

La cámara la dejé en el autobús durante la primera etapa del viaje para evitar daños por la lluvia, así que las fotos de Chu'Taxtyoox, cubierto por una vegetación espesa, quedaron pendientes. El recorrido por Sacapulas a medio día con los arqueólogos y antropólogos de la Escuela de Historia fue acompañado de una llovizna que refrescó el ambiente y de una tertulia en el camino que terminó provocando que extraviara el sendero, entrando entonces a la Acrópolis por las estructuras superiores, específicamente por la cara posterior del templo mayor. Ya en el sitio observamos las edificaciones, los altares para la celebración de costumbre y los efectos positivos y negativos que ha traído consigo la actividad de los arqueólogos en la zona.

Chu'Taxtyoox se mantiene al resguardo, tanto por la vegetación como por una comunidad que se preocupa por la salvaguarda de sus recursos, enfatizando en su negativa hacia la actividad minera y de generación hidroeléctrica que, en esta parte del recorrido del imponente Chixoy, habría de convertirse en una trampa mortal par los pobladores del "puerto cálido del altiplano". Las estructuras conservan parte de sus estucos, las áreas excavadas por los arqueólogos son invisibles entre la maleza, los muros de la Acrópolis, de las terrazas y del patio para juego de pelota, aparecen ante la vista hasta que ya están a menos de medio metro de distancia y la gente de Chicoxoy y Xe'Tz'ajel, siempre pregunta por nuestros motivos de visitar "la ruina". La ciudad prehispánica aguarda, sin ninguna premura, por revelar sus maravillas al mundo.


A eso de las cuatro de la tarde, tras descender de las estructuras prehispánicas, la comitiva se reunió al pie del puente antiguo (ahora puente bailey) para el almuerzo y luego se dirigió hacia la iglesia de Santo Domingo, obra del siglo XVII que también sufrió la embestida de los "restauradores", que la tapizaron de cemento y cal en la fachada y le dejaron una cuantiad de filtraciones de humedad que no tenía previo a tal maltrato.

Al término de la visita, Ángel, un compañero de los primeros años de la universidad, quien nació, reside y trabaja en Sacapulas nos acompañó al campanario donde se conservan tres obras de arte metalúrgico de la Época Hispánica, conservadas en excelentes condiciones y que aún llaman con su tañido par que la gente del Tujaal se levante.
 

En el cerro de las cañas podridas

Una visita más a la Cordillera Central de Guatemala. De nuevo realizamos con Yvonne y ahora (después de tanto y tanto) con Marlen  un recorrido, con fines educativos, a los sitios arqueológicos Chu'Taxtyoox (Sacapulas) y Q'umarkaaj (Santa Cruz del Quiché) en compañía del grupo de estudiantes de Arqueología de Tierras Altas y Textos Indígenas de la Escuela de Historia.

Esta vez, parte de los objetivos del segundo día de trabajo era conocer los trabajos de restauración del patio para juego de pelota de Q'umarkaaj y la remodelación de la sala de sitio, situación que dejó en claro que, en todo oficio, aplica aquel adagio popular de "zapatero a tus zapatos". Prácticamente, las estructuras que conforman el juego de pelota fueron reconstruidas, aplicando cantidades innecesarias de concreto rebajado con tierra y empleando métodos poco adecuados para un sitio arqueológico que se conserva, aún con la humedad y el flujo de visitantes, en buenas condiciones. Esta "obra de infraestructura recreada en la plaza mayor del asentamiento prehispánico pone en evidencia la engorrosa situación de compadrazgo y malos manejos administrativos por parte de las autoridades estatales del Patrimonio Cultural, quienes, en vez de contratar arqueólogos conocedores del área y que han trabajado recientemente en el departamento de Quiché, llevaron a un grupo de investigadores especializados en arqueología de Tierras Bajas (y no es adecuado confundir el cebo con la manteca) ha un área de la cual tenían escaso conocimiento. Los trabajos de reconstrucción de estas estructuras, de acá en adelante, servirán para seguir confundiendo a los ya mal informados visitantes de la otrora ciudad principal del K'iche' Winak.


De la sala de exposiciones (que museo no es) remodelada en su totalidad, sobresale el espacio dedicado a la maqueta de sitio con sus reconstrucciones hipotéticas digitales (impresas en vinil de baja resolución), único espacio que contempla aspectos relativos al sitio arqueológico y que trasciende ante el resto de la exposición que más es una oda al plagio de documentos (pues no hay una sola cita textual en toda la sala) y que, encima, presenta resultados que han sido aplicados a la arqueología Maya de las Tierras Bajas y no al contexto de Q'umarkaaj.


Rescatable en esta incursión a la antigua metrópoli k'iche', el bues estado de los senderos y la presencia notoria de los pobladores locales que participan de la celebración de costumbre y de la sana recreación de fin de semana, así también, la convivencia entre investigadores, estudiantes y amigos que, de alguna manera, seguimos formándonos para no repetir los desastres que, a la fecha, siguen repitiéndose.

domingo, 10 de julio de 2011

No tenemos lugar


Es sábado 9 de julio. Resulta que a primera hora en la Ruta Interamerica, en el segmento de la misma que se adentra en esta ciudad en el sector entre la Roosevelt, Pamplona y Liberación, la vida del maestro Facundo Cabral fue cortada de tajo y los noticieros mantienen el reporte constante… Pasadas tres horas del hecho, fuentes oficiales plantean el escenario hipotético de un intento de robo o de un crimen para desestabilizar al país (como que si esta pseudo república no se tambaleara a diario), información que trasciende a los medios globales. Posteriormente se informa que el ataque hiba dirigido contra la otra persona que viajaba en el vehículo, en un ajuste de cuentas que, para variar, dejó daños colaterales.
La mañana está nublada en todo sentido, la inmensidad celeste asoma apenas entre las nubes y la vida del maestro Cabral también enluta el cielo que romperá en llanto con el transcurso de la tarde y así, quedará lavada toda evidencia de esta vil escena en donde una vida ejemplar termina,  como muchas, de manera trágica en esta ciudad.
La doctora Rigoberta Menchú externa su pesar en los medios. Era su amigo, su “compañero de viaje”, dice. Y en ese viaje al que ella alude nos hemos encontrado muchos, en ese “no  soy de aquí ni soy de allá” que ella cita para referir que, quienes hemos nacido en América Latina no pertenecemos a este planeta, no tenemos lugar. Y esta vida que se apaga, irónicamente, trae a la luz la obligación de continuar el viaje, ese que nos lleva a descubrirnos, a encontrarnos.
Se despidió el maestro Cabral en los teatros de mi país y nuestra paga ha sido ingrata, injusta…
A los que son y han sido mis compañeros de viaje, de música, de letras y a la doctora Menchú, expreso mi pesar, por esta tristeza que hoy es compartida.

miércoles, 6 de julio de 2011

Argonauta que observa… decadencia, música y belleza panorámica


(…o, crónica prolongada del retorno al güipil de la memoria.)

La idea era llegar a Xela aún con luz de día. Hacía tiempo que salir por la Interamericana conduciendo mi motocicleta era una actividad olvidada y después de las reparaciones mecánicas que tenían tiempo esperando, la salida se concretó, pero el camino se vio recortado por la niebla y el agua.
La cambiante altitud en las rutas asfaltadas de Guatemala me puso un muro blanco frente a la nariz: con una visibilidad quizá del 30% avancé por las curvas cerradas que hay entre Tecpán y Chupol a razón de unos 30Km por hora, el paisaje era blanco, y cuando la niebla cedía, únicamente se veían los cortes de terreno en las paredes de los cerros y el pavimento oscuro por efecto del agua que no cesaba en su intento por cubrirlo todo. Al descender de Chupol hacia Los Encuentros la dispersión de partículas del agua pasó de la densa niebla a la llovizna pertinaz que me obligó a tomar el desvío hacia Sololá para buscar cobijo, abortando el plan de viajar hasta Quetzaltenango.

De Tecpán a Sololá y de Sololá a Panajachel se experimenta un descenso de aproximadamente 800 metros, equivalente a pasar del frío ecosistema de pino-ciprés al mundo templado de los encinos de la margen norte del Lago de Atitlán o, en otra analogía, de las partículas de agua condensadas en las nubes de los Altos Chimaltecos a los torrenciales aguaceros de la cuenca atitlaneca, lo que andando en moto significaba pasar de la escasa visibilidad blanca a la total oscurana mesclada con el reflejo deslumbrante de los carros en la vía contraria que reflejaban sus luces en las gotas congeladas en el visor del casco, siendo así que la bajada a Pana resultó en toda una aventura.

Una vez pasada aquella peripecia, habiéndome enterado ya de la derrota de la sele contra México (nada de extrañar) y habiendo amainado el aguacero, tras un par de años de ausencia, las calles de la villa de San Francisco Panajachel comenzaron a revelarse de nuevo y a presentar su nueva cara…

Decadencia. Tras el Agatha y el colapso de la ruta entre San Jorge y Pana, el turismo quedó mermado a tal punto que los gringos que aún se ven paseando por la localidad son residentes y no viajeros temporales, con la excepción de algunos viajeros que parecieran en misión de iglesias para cristianizar a los infieles que viven en el nuevo mundo. Muchos bares cerrados, apenas uno o dos lugares donde beber un café y, en la Santander, una invasión de mototaxis, tránsito de narcopickups y un montón de capitalinos (de la más rastrera sepa) espantando a locales y foráneos. Y al final de todo, muerte al arte y olvido seguro de la pintoresca calle que alguna vez fue peatonal y que ahora es un perfecto desastre.

Música. Hablando de gringos residentes, saqué de positivo a esta visita por la calle de Los Árboles, la Santander y la calle de salida, la oportunidad de incluirme como observador de un peculiar evento: un concierto con música Country y rock anglosajón de los 60s y 70s que, por primera vez sonó en vivo en mis oídos como yo imaginaba que debía ser, serio pero alegre, ceremonial, fino y estridente (e interpretado por gringos). Acompañado de papas fritas con pimienta, creo que la música nortemaericana tiene un punto donde vivirse en estas latitudes… (No obstante, en el local a lo sumo habíamos siete personas).

Belleza panorámica.  Mañana de domingo, retomando el camino hacia Quetzaltenango, por vez primera me detengo a fotografiar La Catarata y el paisaje lacustre bonito, que en ese momento se acompañaba de la adrenalina de poder quedar aplastado por una camioneta mientras tomaba la fotografía o de quedar bajo las rocas en esta zona de deslaves. El lago, las nubes (que la tarde anterior arruinaban mis planes) y los colosos ígneos siguen haciendo de éste, el lago más bello del mundo conocido… (y cinco días después, la carretera, en el punto de La Catarata, colapsó de nuevo).

jueves, 3 de marzo de 2011

El Michatoya y la historia de nunca terminar...


Tengo memoria de haber visto el río Michatoya alguna vez cuando visitabamos Amatitlán con mi familia en la década de 1980, verde y contaminado al igual que el lago, pero aún con esperanzas de salir de tan triste condición. Veintipico años después fui convidado a visitar la cuenca baja del afluente en un recorrido por los vestigios de Patrimonio Industrial de la antigua hidroeléctrica de Palín, donde se observaba una más de las escenas del filme apocalíptico que responde al título de "Lo que Agatha se llevó".

En la compañia de Juancho (quien dirige la invetigación) y Rubén (quien asesora el proceso), efectuamos un recorrido por las instalaciones de las bodegas de la hidroeléctrica y bajamos por la escalinata paralela a las tuberías de presión que alimentaban la Casa de Máquinas a imediaciones del embalse (estructura de la que sólo quedó el recuerdo). La pestilencia de las aguas del Michatoya era insoportable, apenas aguantamos lo suficiente para observar los restos de los muros de contención para empresado del agua y de la tubería de hierro, único efecto en pie tras el paso de la tormenta.

En esta situación es trágico observar como la naturaleza tiende a destruir los avances de la industrialización, pero más deprimente es dar cuenta de los desastres que causa la gente, pues el caudal de citado afluente es caso perdido y, de seguro, sus aguas llenas de vertido fabriles, coprolitos y fosfatos, alimentan plantaciones y ganado río abajo, creando un cíclo de vida que, tristemente, encuentra su último eslabón en el consumo humano de alimentos contaminados.

...Así las cosas.

La panoramica del magma



Hace poco menos de un mes quedó saldado otro de los pendientes dejados a finales de 2009 en San Lucas Tolimán: la visita a La Playa. Aún cuando el sugestivo nombre concuerda con el hecho geográfico de la cuenca del lago de Atitlán, el sector en cuestión no corresponde a una planicie de tierra que se adentra en un manto acuífero sino a uno de los fenómenos que pueden narrar la historia geológica de Centroamérica. La Playa es una zona de ríos de lava petrificada de hace varios cientos de miles de años que, gracias al proceso de enfriamiento del magma y la erosión, permite observar las autopistas de la sangre incandescente del planeta que se han transformado en andesita.

Las imágenes que acompañan el texto muestran la principal de estas corrientes que descendieron del volcán Tolimán y que, tras el paso de la Tormenta Agatha, quedaron al descubierto en su totalidad, dándole una explicación lógica a los deslaves que dañaron toda la infraestructura de la Ruta Nacional 11 en mayo del año pasado, pues la precipitación pluvial de solo tres días provocó la saturación del joven suelo apostado sobre estos canales de roca ígnea y propició el arrastre del limo (además de gravileas, cafetos, piedras y basura) hacia las barrancas que conforman los afluentes del Madre Vieja. Otros de estos canales quedaron expuestos en la finca Santo Tomás Perdido.

Fuera de las cuestiones de la geología y la ecología, la llegada hasta La Playa me dejó una sensación de descubrimiento y completó en parte la panorámica del magma que antes había observado en el Pacaya (donde alguna vez caminamos con Edgar sobre ríos incandescentes) y en el Cerro Quemado.

También a modo de chascarrillo, este paisaje me recordó el interminable recapeo de la ciudad de Guatemala, pues la bendita pista volcánica tiene menos baches que las arterias de la metrópoli y no requiere de mantenimiento.

jueves, 27 de enero de 2011

Del pueblo de Quiché: Posclásico y presente

En el recorrido del aún cercano diciembre de 2010, la expedición culminó en el bien nombrado "puerto cálido del altiplano". Así que, de nuevo, la aventura de explorar el pasado nos llevó a Chu´Taxtyoox, el corazón del Lamq'ib Amaq' (señorío sakapulteko del sur). Y debo mencionar que en el recorrido fotográfico de esta noche, la memoria me juega una buena pasada y evoca las andanzas del 2002 cuando, exactamente ocho años atrás, de la mano con el equipo de investigaciones del proyecto arqueológico de Sacapulas trazamos los primeros bosquejos del plano del sitio y realizamos las primeras excavaciones de nuestra vida y las primeras en el sitio tras cincuenta y siete años de permanecer inalterado.

Abrirse camino por la vegetación de pastizal y espinos, reencontrarse con los terraplenes de la Acrópolis, alcanzar la sima de la estructura principal y comenzar a recordar que esta ciudadela, bordeada por el Chixoy, era un enclave importante para el control de entrada y salida de las áreas productivas, así como un centro rector estratégicamente posicionado a partir de cálculos astronómicos, constituido como un eje de convergencia de los puntos cardinales señalados por altares naturales aún empleados por los Aj' K'ij durante la celebración de la Costumbre... y así se va la mañana con la tertulia académica, la caminata entre las estructuras y la visita al patio del juego de pelota, con el agrado de observar que el sitio sigue en condiciones aceptables, al resguardo de una comunidad que protege su patrimonio de los intereses industriales, siempre amenazado éste por la minería y la construcción de hidroeléctricas, siempre atentos ellos a la llegada de visitantes a quienes preguntan sus intenciones antes de permitirles el paso y, como ha sido desde el comienzo, gracias al acompañamiento de Don Chus, seguimos teniendo el privilegio de caminar por los senderos del pasado sakapulteko.
 El día previo, horas antes de la visita a Canillá, fue imperativo caminar entre los vestigios de Q'umarkaaj, antigua capital del K'iche' Winaq', donde Yvonne describió los rasgos escondidos bajo la grama, rasgos que incluyen una gran cantidad de estructuras habitacionales descubiertas durante las excavaciones del último lustro, que denotan la densidad de población de este sitio durante el período Posclásico Tardío, cuando los rectores de este asentamiento compartían el dominio de las Tierras Altas con Kaqchikeles Mames y Tz'utujiles.  
Las imágenes adjuntas me permiten describir las incidencias del viaje: en principio, la fotografía de arriba presenta al grupo de estudiantes y aqueólogos que intentaron cruzar el Chixoy, fracaso absoluto debido al caudal de aquella mañana y que, como un consuelo, se decidieron por tomar esta fotografía con el sitio arqueológico y el río de fondo; y al final, en la fotografía de abajo, se presentan a contraluz las estructuras del grupo principal de Q'umarkaaj, destacando los remanentes del Templo Tohil, frente al cual varios Aj' Kij' levantan su plegaria con el fuego sagrado que extiende sus brazos de humo para alzarse hacia el infinito espacio celeste, entre edificios del Posclásico y pinos del presente que, entre ambos, deleitan la memoria.

miércoles, 19 de enero de 2011

Durante el festival Ixchel 2010

La foto que inaugura este cuadro de la memoria fue el asunto que motivó mi presencia en la gala de las artes femeninas del año pasado. El Festival Ixchel es un espacio urbano que no conocía y que, por la comunicación generada por Facebook (misma que poca gente atiende cuando de convocatorias se trata), terminé visitando en la mañana parcialmente nublada del 16 de octubre, en los días postreros de la lluvia. Entre las gracias puestas en escena y exposición había una muestra fotográfica de la cual participaba Rocío Barrios, fotógrafa de cuyo trabajo tenía conocimiento por las publicaciones de blog Pensamientos al Aire, donde combina, dentro del arte mercenario que circula en Internet, imágenes realizadas con gran pericia y una prosa poética por demás interesante. Y bueno, de su trabajo expuesto en el Festival, me pareció que el material titulado "reflejos" decía todo lo que había que decir al respecto de la obra de Rocío, en esa habilidad de transmitir suspiros de nostalgia a través de la cámara, de igual forma como lo hace con la fuerza de las palabras escritas.  

En la misma exposición me llevé la grata sorpresa de encontrarme con que la fotógrafa homenajeada en el Festival fue Jessica Ocampo (foto del centro), quien tiene la particularidad de seguir trabajando con cámaras análogas y aprovechar el recurso de la fotografía "de rollo" para transmitir detalles de la cotidianidad de un país lleno de contrastes, de rostros. Así que, el reconocimiento más que merecido es para esta notable humanista.
Aunado a los trabajos anteriores, en el graderío norte del vestíbulo del Paranifo Universitario  (fotografía de abajo) estaba expuesto el trabajo de grabados de Fidel Brito, artista Ixil que, en conjunto con su señora madre, llegaron a promocionar el trabajo artesanal que realizan y que fue, a mi criterio, uno de los detalles más contrastantes de la jornada pues, entre tanta mujer, el trabajo de mi amigo Fifu daba muestra de la equidad de género en aquel espacio cultural

Del festival en su totalidad diré que me pareció un esfuerzo loable - en el cual habré de reconocer la firma particular de las Naik Madera, quienes encabezaron la organización - por tratar de darle voz a las mujeres que participan de la expresión artística. Y al final, un poco quedó el sabor agridulce dado que, en estos tiempos, la buena voluntad en ocasiones no alcanza, pues la asistencia fue bastante limitada si se toma en cuenta la cantidad de actividades de buen nivel que se presentaron durante la jornada.

De cualquier forma yo, como asistente, me pasé un rato gratificante.   


martes, 18 de enero de 2011

Del pueblo de Quiché: Los Cerritos-Chijoj

¡Promesas que terminan por cumplirse! Tras varios años de auxiliatura y gustoso acompañamiento en el curso de Tierras Altas, por fin, en los primeros días de diciembre de 2010, con un grupo de estudiantes renovado y algunos amigos de la vieja guardia, llegaron mis botas hasta los sitios arqueológicos de Canillá y Sajcabajá. Yvonne fijó las coordenadas para el comienzo del viaje en el centro y sureste de Quiché y, siguiendo la semblanza diacrónica, acá presento algunas memorias de la tercera parte del primer día de recorrido. 
 El sitio de las fotografías adjuntas es conocido como Los Cerritos-Chijoj, nombre compuesto por su localización en el límite de los caseríos así llamdos, enclavados en el valle de Canillá. Este asentamiento prehispánico es una de las grandes urbes del Epiclásico ( + 850 - 1100 d.C.), y presenta una serie de estructuras, restauradas por la mismión francesa, que incluyen templos, un imponente patio para juego de pelota (infra), un marcador de piedra (supra) y otros elementos.
Tanto en el ámbito de la investigación, como en el sector turístico, este sitio ha quedado relegado a las últimas casillas (como cualquier otro de las Tierras Altas). Escondido a la sombra de los grandes templos de Petén y de los proyectos, ahora de moda, que buscan establecer los sitios más antiguos de Mesoamérica (en el afán de agenciarse de fondos para enraizarse en un quehacer técnico, cada vez menos decoroso), los Cerritos-Chijoj es uno de los remanentes más importantes de los grupos que habitaron las serranías en tiempos previos al auge de los señoríos posclásicos, que observándose de conjunto con  Xa'lchuun, Sacapulas y Chukmuk,Atitlán, además de los sitios de la Cultura Cotzumalguapa, denotan una serie de rutas comerciales importantísimas que resaltan un desarrollo independiente en gran medida de los centros rectores del Clásico del Altiplano Central Mexicano y las Tierras Bajas que, dicho sea de paso, para el año 1,000 d.C., se encontraban ya abandonados o en etapas decadentes. Tales rutas permitieron la mixtura de estilos escultóricos y arquitectónicos disgregados por toda la cuenca del Río Negro y que enlazaron, según evidencias cerámicas y rupestres, con los centros rectores de las tierras del sur.

De este recorrido también debo rescatar la persistencia del grupo de viajantes que, aún sabiendo la trampa de camino que habriamos de sortear en el retorno hacia Santa Cruz, recorrieron la zona arqueológica entrada ya la noche en la cual se dejó ver, además de las estructuras, la emoción y el agrado con el cual los anfitriones (supervisores y trabajadores regionales de arqueología de Canillá) atendieron la comisión, guiando nuestro andar entre la oscurana y poniendo a nuestra dispocisión, inclusive, las luces altas de sus motocicletas con tal que las fotos salieran bien.

lunes, 17 de enero de 2011

Celeste...

Luna llena al atardecer, 21-12-2010, en una calle de la zona 2. Foto: G.Chocano.
 Esta fue la luna llena del atardecer del 21 de diciembre, día del solsticio de invierno, horas antes del eclipse total. Y, aun cuando es imposible captar todo el dejo sublime de tales acontecimientos celestes, la imagen es una forma de decir que aquel atardecer y la subsecuente madrugada, fueron una suerte de bendición en el sentido que las nubes cedieron su espacio para permitir que el montón de lunáticos que a cada rato miramos para arriba nos entretuviéramos un buen rato.
Y también esa noche ha traído a la mente las temporadas de campo y de mapeo en Sacapulas pues, en la antigua Chu'Taxtyoox, dejamos como una promesa postergada las visitas al filo de la penumbra para observar desde los templos el recorrido de la luna y el sol que, con toda seguridad, planteó los lineamientos a seguir por los urbanistas del Posclásico Tardío...
Ocaso de un día de noviembre en San Juan Sacatepéquez, Guatemala. Foto: G.Chocano.
Así, desde mediados de noviembre, cuando al fin cedió la lluvia amarga del año anterior, observar el cielo se convirtió en un deleite (o una forma cursi de perder el tiempo), imaginando que, en el ocaso de la tarde, se ve reflejado también el fin de los tiempos todos, como presagio apocalíptico de la delicada situación actual que contrasta (igual que cielo, luna, sol, árboles, nubes y cables) con el esplendor del paso de cada una de estas pequeñas eras que nacen y mueren cada día.