jueves, 27 de enero de 2011

Del pueblo de Quiché: Posclásico y presente

En el recorrido del aún cercano diciembre de 2010, la expedición culminó en el bien nombrado "puerto cálido del altiplano". Así que, de nuevo, la aventura de explorar el pasado nos llevó a Chu´Taxtyoox, el corazón del Lamq'ib Amaq' (señorío sakapulteko del sur). Y debo mencionar que en el recorrido fotográfico de esta noche, la memoria me juega una buena pasada y evoca las andanzas del 2002 cuando, exactamente ocho años atrás, de la mano con el equipo de investigaciones del proyecto arqueológico de Sacapulas trazamos los primeros bosquejos del plano del sitio y realizamos las primeras excavaciones de nuestra vida y las primeras en el sitio tras cincuenta y siete años de permanecer inalterado.

Abrirse camino por la vegetación de pastizal y espinos, reencontrarse con los terraplenes de la Acrópolis, alcanzar la sima de la estructura principal y comenzar a recordar que esta ciudadela, bordeada por el Chixoy, era un enclave importante para el control de entrada y salida de las áreas productivas, así como un centro rector estratégicamente posicionado a partir de cálculos astronómicos, constituido como un eje de convergencia de los puntos cardinales señalados por altares naturales aún empleados por los Aj' K'ij durante la celebración de la Costumbre... y así se va la mañana con la tertulia académica, la caminata entre las estructuras y la visita al patio del juego de pelota, con el agrado de observar que el sitio sigue en condiciones aceptables, al resguardo de una comunidad que protege su patrimonio de los intereses industriales, siempre amenazado éste por la minería y la construcción de hidroeléctricas, siempre atentos ellos a la llegada de visitantes a quienes preguntan sus intenciones antes de permitirles el paso y, como ha sido desde el comienzo, gracias al acompañamiento de Don Chus, seguimos teniendo el privilegio de caminar por los senderos del pasado sakapulteko.
 El día previo, horas antes de la visita a Canillá, fue imperativo caminar entre los vestigios de Q'umarkaaj, antigua capital del K'iche' Winaq', donde Yvonne describió los rasgos escondidos bajo la grama, rasgos que incluyen una gran cantidad de estructuras habitacionales descubiertas durante las excavaciones del último lustro, que denotan la densidad de población de este sitio durante el período Posclásico Tardío, cuando los rectores de este asentamiento compartían el dominio de las Tierras Altas con Kaqchikeles Mames y Tz'utujiles.  
Las imágenes adjuntas me permiten describir las incidencias del viaje: en principio, la fotografía de arriba presenta al grupo de estudiantes y aqueólogos que intentaron cruzar el Chixoy, fracaso absoluto debido al caudal de aquella mañana y que, como un consuelo, se decidieron por tomar esta fotografía con el sitio arqueológico y el río de fondo; y al final, en la fotografía de abajo, se presentan a contraluz las estructuras del grupo principal de Q'umarkaaj, destacando los remanentes del Templo Tohil, frente al cual varios Aj' Kij' levantan su plegaria con el fuego sagrado que extiende sus brazos de humo para alzarse hacia el infinito espacio celeste, entre edificios del Posclásico y pinos del presente que, entre ambos, deleitan la memoria.

miércoles, 19 de enero de 2011

Durante el festival Ixchel 2010

La foto que inaugura este cuadro de la memoria fue el asunto que motivó mi presencia en la gala de las artes femeninas del año pasado. El Festival Ixchel es un espacio urbano que no conocía y que, por la comunicación generada por Facebook (misma que poca gente atiende cuando de convocatorias se trata), terminé visitando en la mañana parcialmente nublada del 16 de octubre, en los días postreros de la lluvia. Entre las gracias puestas en escena y exposición había una muestra fotográfica de la cual participaba Rocío Barrios, fotógrafa de cuyo trabajo tenía conocimiento por las publicaciones de blog Pensamientos al Aire, donde combina, dentro del arte mercenario que circula en Internet, imágenes realizadas con gran pericia y una prosa poética por demás interesante. Y bueno, de su trabajo expuesto en el Festival, me pareció que el material titulado "reflejos" decía todo lo que había que decir al respecto de la obra de Rocío, en esa habilidad de transmitir suspiros de nostalgia a través de la cámara, de igual forma como lo hace con la fuerza de las palabras escritas.  

En la misma exposición me llevé la grata sorpresa de encontrarme con que la fotógrafa homenajeada en el Festival fue Jessica Ocampo (foto del centro), quien tiene la particularidad de seguir trabajando con cámaras análogas y aprovechar el recurso de la fotografía "de rollo" para transmitir detalles de la cotidianidad de un país lleno de contrastes, de rostros. Así que, el reconocimiento más que merecido es para esta notable humanista.
Aunado a los trabajos anteriores, en el graderío norte del vestíbulo del Paranifo Universitario  (fotografía de abajo) estaba expuesto el trabajo de grabados de Fidel Brito, artista Ixil que, en conjunto con su señora madre, llegaron a promocionar el trabajo artesanal que realizan y que fue, a mi criterio, uno de los detalles más contrastantes de la jornada pues, entre tanta mujer, el trabajo de mi amigo Fifu daba muestra de la equidad de género en aquel espacio cultural

Del festival en su totalidad diré que me pareció un esfuerzo loable - en el cual habré de reconocer la firma particular de las Naik Madera, quienes encabezaron la organización - por tratar de darle voz a las mujeres que participan de la expresión artística. Y al final, un poco quedó el sabor agridulce dado que, en estos tiempos, la buena voluntad en ocasiones no alcanza, pues la asistencia fue bastante limitada si se toma en cuenta la cantidad de actividades de buen nivel que se presentaron durante la jornada.

De cualquier forma yo, como asistente, me pasé un rato gratificante.   


martes, 18 de enero de 2011

Del pueblo de Quiché: Los Cerritos-Chijoj

¡Promesas que terminan por cumplirse! Tras varios años de auxiliatura y gustoso acompañamiento en el curso de Tierras Altas, por fin, en los primeros días de diciembre de 2010, con un grupo de estudiantes renovado y algunos amigos de la vieja guardia, llegaron mis botas hasta los sitios arqueológicos de Canillá y Sajcabajá. Yvonne fijó las coordenadas para el comienzo del viaje en el centro y sureste de Quiché y, siguiendo la semblanza diacrónica, acá presento algunas memorias de la tercera parte del primer día de recorrido. 
 El sitio de las fotografías adjuntas es conocido como Los Cerritos-Chijoj, nombre compuesto por su localización en el límite de los caseríos así llamdos, enclavados en el valle de Canillá. Este asentamiento prehispánico es una de las grandes urbes del Epiclásico ( + 850 - 1100 d.C.), y presenta una serie de estructuras, restauradas por la mismión francesa, que incluyen templos, un imponente patio para juego de pelota (infra), un marcador de piedra (supra) y otros elementos.
Tanto en el ámbito de la investigación, como en el sector turístico, este sitio ha quedado relegado a las últimas casillas (como cualquier otro de las Tierras Altas). Escondido a la sombra de los grandes templos de Petén y de los proyectos, ahora de moda, que buscan establecer los sitios más antiguos de Mesoamérica (en el afán de agenciarse de fondos para enraizarse en un quehacer técnico, cada vez menos decoroso), los Cerritos-Chijoj es uno de los remanentes más importantes de los grupos que habitaron las serranías en tiempos previos al auge de los señoríos posclásicos, que observándose de conjunto con  Xa'lchuun, Sacapulas y Chukmuk,Atitlán, además de los sitios de la Cultura Cotzumalguapa, denotan una serie de rutas comerciales importantísimas que resaltan un desarrollo independiente en gran medida de los centros rectores del Clásico del Altiplano Central Mexicano y las Tierras Bajas que, dicho sea de paso, para el año 1,000 d.C., se encontraban ya abandonados o en etapas decadentes. Tales rutas permitieron la mixtura de estilos escultóricos y arquitectónicos disgregados por toda la cuenca del Río Negro y que enlazaron, según evidencias cerámicas y rupestres, con los centros rectores de las tierras del sur.

De este recorrido también debo rescatar la persistencia del grupo de viajantes que, aún sabiendo la trampa de camino que habriamos de sortear en el retorno hacia Santa Cruz, recorrieron la zona arqueológica entrada ya la noche en la cual se dejó ver, además de las estructuras, la emoción y el agrado con el cual los anfitriones (supervisores y trabajadores regionales de arqueología de Canillá) atendieron la comisión, guiando nuestro andar entre la oscurana y poniendo a nuestra dispocisión, inclusive, las luces altas de sus motocicletas con tal que las fotos salieran bien.

lunes, 17 de enero de 2011

Celeste...

Luna llena al atardecer, 21-12-2010, en una calle de la zona 2. Foto: G.Chocano.
 Esta fue la luna llena del atardecer del 21 de diciembre, día del solsticio de invierno, horas antes del eclipse total. Y, aun cuando es imposible captar todo el dejo sublime de tales acontecimientos celestes, la imagen es una forma de decir que aquel atardecer y la subsecuente madrugada, fueron una suerte de bendición en el sentido que las nubes cedieron su espacio para permitir que el montón de lunáticos que a cada rato miramos para arriba nos entretuviéramos un buen rato.
Y también esa noche ha traído a la mente las temporadas de campo y de mapeo en Sacapulas pues, en la antigua Chu'Taxtyoox, dejamos como una promesa postergada las visitas al filo de la penumbra para observar desde los templos el recorrido de la luna y el sol que, con toda seguridad, planteó los lineamientos a seguir por los urbanistas del Posclásico Tardío...
Ocaso de un día de noviembre en San Juan Sacatepéquez, Guatemala. Foto: G.Chocano.
Así, desde mediados de noviembre, cuando al fin cedió la lluvia amarga del año anterior, observar el cielo se convirtió en un deleite (o una forma cursi de perder el tiempo), imaginando que, en el ocaso de la tarde, se ve reflejado también el fin de los tiempos todos, como presagio apocalíptico de la delicada situación actual que contrasta (igual que cielo, luna, sol, árboles, nubes y cables) con el esplendor del paso de cada una de estas pequeñas eras que nacen y mueren cada día.