miércoles, 9 de mayo de 2012

Dar algo...

Fin de semana de trabajo. La actividad comienza desde viernes y resulta que, a la media noche nada estaba listo, solo quedaba esperar que al otro día, por arte de magia, los cabezones de la organización hubiesen resuelto el asunto de los buses y la logística para llevar a millar y centavos de personas hacia algunas comunidades de Xela. 


Destacado en Flores Costa Cuca (La Violeta de América), quedó a mi cargo la coordinación, en conjunto con la alcaldía local, de cien personas que participarían de la dinámica de convivencia en la casa de una familia en riesgo o con problemas de desnutrición. De la actividad en sí, motivaciones políticas y cosméticas,  poco o nada vale la pena comentar, no obstante, la experiencia vivida en las comunidades resulta en una confirmación del sinsentido de la vida en este país: mucho en manos de pocos y nada en boca de muchos. Alcancé a ver durante la supervisión de la actividad a muchas familias con problemas de vivienda serios, limitado acceso a las fuentes de trabajo y al alimento, escasez de agua, contaminación... y todo aunado a políticas asistencialistas erróneas y abusos constantes de los propietarios de las fincas del hule cercanas. También caí en la cuenta que entre toda la gente participante, para no variar, fueron los estudiantes de la USAC los que terminaron comportándose como patanes durante las horas posteriores a la convivencia con las familias y que la cantidad de recursos invertidos tendrá, eventualmente, escasos resultados. Asimismo, las poblaciones de la boca costa se vuelven invisibles debido a que los medios de comunicación y de las autoridades estatales fijan su atención a la población indígena y se les olvida que en este país los mestizos forman un grupo grande con problemas tan serios como los de la gente del altiplano (igual que la gente de las periferias urbanas)... así que, al final, los pobladores quedan aislados por la pobreza, por los bosques muertos del hule y por el desinterés de autoridades y prensa.    


Y entre la pobreza y la mal llamada viveza, se ven imágenes como la de abajo, donde se aprecian los restos del puente de la vía férrea que comunicaba los puertos de la Costa Oeste de Guatemala, víctima de la fiebre de la chatarra que dejó una vía de acceso limitada entre la cabecera municipal y las aldeas que dan hacia el límite con Coatepeque, que, al final, son el reflejo de la idiotez colectiva, de la desidia de los guatemaltecos y de la mala suerte que corre el patrimonio nacional que va por el mismo camino que la vida de las personas que viven en estas áreas... y para arreglar todo esto debiésemos todos dar algo, de ahí a que pase, aún lo veo lejos.