miércoles, 19 de septiembre de 2012

Hay de desastres....



Este tiradero lo provocó una curva y un carrito desgobernado que embistió al camión de las gaseosas. En plena interamericana, campesinos y automovilistas nos detuvimos para auxiliar al camionero que tenía la pena del tránsito detenido y de la continuidad de su ruta. Poco más de media hora nos llevó a los presentes, unos veinte individuos quizá dentro de los cuáles nadie se quedó solo mirando, subir todas las cajas del flanco izquierdo del camión, haciendo cadena humana y apoyando las labores de recuperacióon de botellas que no se hubiesen quebrado... desastre de proporciones bárbaras para los amantes de la coca-cola: un regero de gaseosa, chayes y embaces plásticos de unos 20 metros... y una anécdota más para contar inmediatamente después de guardar la moto y entrar a la casa.   



En el cerro de las rodelas...

Ciudad de Chimaltenango, puerta del occidente del país.  


Si hay algún lugar sobre la tierra que puede causarme sentimientos encontrados es este, todo depende de la dirección en que vaya, aunque por lo general es un alivio, sobre todo andando en bus, viniendo del oeste porque es acá donde sé que he sorteado la región de asaltos demarcada entre Sololá y Zaragoza, Chimaltenango (Pasando por Los Encuentros, Las Trampas, Chupol y Cipresales) y, haciendo el camino a la inversa, porque veo la Ciudad cada vez más lejos y, por ende, mi casa más cerca. 
Acá se quedó mi abuelo Armando, cerca de la plaza de Santa Ana, de su último viaje (ese que no tiene retorno) tuve noticia meses después de acaecido el deceso. Aún cuando llego me pesa su ausencia y esa es otra de las razones por las que preferiría seguir de largo, pero los motivos me sobran para quedarme y dar la vuelta por la plaza, caminar alrededor de la fuente (entre las más antiguas de Guatemala) y ver a esos dragones que nadie mira, esos que en realidad son gárgolas con efigie de pájaro, o andar hacia la Interamericana, cruzar y dirigirme hacia la Alameda y recordarme que ando sobre los restos de un acueducto del siglo XVIII que, como tantas otras cosas, quedó enterrado para eterna memoria. 

La Ciudad Amurallada o Cerro de Las Rodelas es también, por ratos, mi casa, es el inevitable camino del oeste, es la historia detenida...


Huitán: ante los ojos de nadie

Porque sucede a diario y hasta en quienes sabemos priva el olvido. Huitán, enmarcado en las montañas de la Cordillera Central de Guatemala, al norte de los volcanes, es uno de esos municipios que la mayoría de guatemaltecos apenas hemos oído mentar. Como paraje, es un punto imponente donde predominan los celajes, hace frío y, como no tiene grandes rótulos publicitarios, el paisaje se impone y deja una sensación de calma... y de ahí para adelante, es puro contraste.

Hablando un poco de números, Huitán cuenta con una población predominantemente maya hablante, mayoría de escaso poder adquisitivo y que ostenta la nada honrosa primera posición en el listado de municipios con alto índice de desnutrición crónica en el departamento de Quetzaltenango y sucede que en tierras que dan para varios cultivos y para el pastoreo de ganado lanar, no crece ni el asfalto porque la pésima administración pública solo se recuerda de este pueblito cuando hay que llamar la atención de la prensa y decir que algo se está haciendo por la salud (la niñez, contra el hambre, la agricultura, el desarrollo...) y luego, de nuevo al olvido por meses. Así pasa en Huitán, en Santiago Chimaltenango, en Concepción Tutuapa, en cada lugar del occidente que visitan las autoridades de Seguridad Alimentaria y las personalidades de Estado y todos los demás venimos y lo vemos como ver llover.


En el espacio personal, este viaje por Paxoj, Huitán -imagen supra-, en labor de acompañamiento a las futuras nutricionistas de Quetzaltenango para realizar un barrido nutricional (medición de peso y talla de los niños en edad preescolar para detectar índices de desnutrición) -imagen infra- y las visitas al Hospital Nacional de Occidente  (de mis cada vez más en lontananza labores en la SESAN), dejaron mi espíritu en la misma situación que está el municipio referido: contradicción total. Me indigna tanta pantomima estatal contrapuesta al esfuerzo de estas futuras profesionales a quienes, en mayoría, sí les importa y hacen lo que está en sus manos, me mueve el tapete la "gracia" esa de tanto ixchoquito desnutrido con el futuro truncado desde los primeros meses de vida y me conmueve que, aún así, sonríen (más que yo, por lo menos), me maravilla el paisaje y creo que se puede, pero sucede que, cuando la cosa aparenta como que comienza a andar bien, luego resulta que siempre no.  
  

Por los caminos de Paxoj, lo incierto es todo y sucede que es,, al final, adonde hay que ir, en donde hay que comenzar a olvidarnos del olvido.