lunes, 29 de octubre de 2012

Sierra adentro: Joyas históricas de los Cuchumatanes

Parte Primera

Desde el pie de la Sierra partimos. Este recorrido lo habré hecho decenas de veces para encontrarme con la historia y, ahora que es recuerdo, lo inicio allí, en el valle del río San Juan, en el arranque de las montañas más imponentes de Guatemala: Los Cuchumatanes. 
Este es Chalchitán, un sitio con mil ochocientos años de historia ininterrumpida, con evidencias arqueológicas que datan del Clásico Temprano. El territorio que ocupa es una planicie aluvial impresionante, aprovechado para el cultivo, de maíz en origen y de cebolla después, que floreció en conjunto con sus productores gracias a la instalación de un sistema de canales que datan, por lo menos, de 1,000 años atrás. Estas acequias prehispánicas transportan el líquido desde el caudal que nace entre las piedras que corresponde al río San Juan, el afluente más conocido y visitado de la cuenca alta del río Chixoy y permitieron contar con abasto para una sociedad productiva, llena de relaciones comerciales identificadas a partir de restos de cerámica, hallazgos de jade y construcciones que refieren un patrón de asentamiento similar al de Kaminaljuyú: Montículos alineados, construcciones de barro estucadas y todo su universo girando alrededor del agua.  


En la fotografía de arriba, se perciben los cultivos de ajo y cebolla actuales desde la cima de uno de los montículos prehispánicos que forman parte del paisaje urbano actual del municipio y sitio arqueológico de Chalchitán.


El viaje continúa para adentrarse en la Sierra, treinta minutos después (siempre, sin error en el tiempo) aparece Chiantla, el corazón de la metalurgia guatemalteca, pequeña ciudad de ascendencia hispana donde se procesa el bronce y donde alguna vez también se trabajó la plata, misma con la cual se fabricaron las vestiduras de la Virgen de Candelaria. Esta imagen que acompaña el texto corresponde a la torre del reloj del siglo XIX, que guarda el mismo estilo constructivo de la torre que se ubica en Momostenango, prueba del desarrollo del partido de Huehuetenango, al cual pertenecían ambos municipios, durante los primeros años de la época independiente.

Aún con el gusto y mis labores en el campo de lo prehispánico, este poblado pequeñito es el paraje que más fascinación me causa en todo el territorio de los Cuchumatanes, por su vida tranquila y su naturaleza artesana de celajes que enmarcan las montañas.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Casa No’j y las patéticas decisiones ajenas.


El día sábado 20 de octubre salió a la luz pública una idiotez fraguada en la concejalía quetzalteca. La sola idea de convertir el Centro Cultural de Xela en una sede para las oficinas de los funcionarios municipales es noticia  para tirarse del pelo y, con todo, la propuesta del concejal décimo, Jorge Rodríguez, va por esa línea (ver nota en http://elquetzalteco.com.gt/quetzaltenango/concejales-vedar-cultura),  pretendiendo transformar Casa No’j en una cueva de ladrones, de funcionarios ineptos que, ni cambiando sus cuchitriles por la impresionante construcción decimonónica van a producir algo bueno para la sociedad altense.


 Es comprensible más no justificable tan patético razonamiento (si existe razón en tal grado de estupidez) ya que hemos visto la manera como la comuna de Quetzaltenango mete la pata en repetidas (y no pocas) ocasiones y tomar un edificio emblemático del centro histórico serviría para legitimar la gloria y el poder de la ignominia en el occidente de Guatemala. Las razones que pueda aducir el concejal, que vayan desde falta de espacio hasta el gusto por abusar del poder, no pueden tener lugar en el país o en ninguna sociedad que pretenda denominarse civilizada, porque dejar a un pueblo sin difusión de las artes y la historia únicamente propiciará  el enraizamiento de una identidad basada en el futbol y la comida… pero Quetzaltenango es más que eso: esta metrópoli, ahora desordenada y con más problemas urbanos que cualquier otra en el país (la mayoría por ineficiencia de las autoridades locales), es una de las áreas geográficas de América Central que mayor producción artística ha tenido desde el siglo XIX. Los arquitectos italianos instalados en su mismo corazón y sus descendientes, han aportado al mundo entero un espacio urbano mágico. Los pintores y músicos han conjugado arte, calles y volcanes para darle vida al mestizo y liberal espíritu altense y cada uno de estos genios han postrado su obra en los muros de la ciudad, en las butacas de sus teatros, en el oído y el alma de los chapines. Y  Casa No’j es el espacio vital de un país dinámico, el único espacio público en toda la región que no distingue clase, que alberga el arte sin esnobismos, con el orgullo de ser de acá: de Guate, de Occidente… de Xela.

 Cada muestra de las artes que tiene lugar en el Centro Cultural de Xela es un paso que Guatemala da hacia adelante, esas exposiciones y eventos a donde acuden más de 100 personas a una inauguración, en un país donde todos creen que a nadie le importa, es la mejor excusa que tenemos para preservar y vitalizar este espacio, para llamar a las protestas así como se llama cuando hay pobreza y hambre, porque el ser humano también necesita del alimento para el espíritu, ese que nace con la difusión de la cultura. Allende lo anterior, el inmueble de Casa No’j fue restaurado con apoyo de amigos extranjeros que dieron su aporte con la única finalidad de convertir una obra magna de la arquitectura en casa de artistas  y ventana de la cultura para el mundo entero.

 Esta vez la vergüenza tiene nombre y apellido y hasta un puesto en el Concejo Municipal de la Emérita Ciudad de Quetzaltenango, esta vez el corazón de la cultura siente rabia, porque Casa No’j, que es la casa de todos, no debe convertirse en una pocilga de burócratas. Y si eso quieren, si no van a darle a la cultura otra alternativa, entonces insto al Concejo a que, como prima por el desalojo, pague recuperando todas las aceras de la zona 1 a la 7, reparando todos los drenajes pluviales (comenzando en Pacajá y terminando en la zona 3), resolviendo de tajo todos los abusos que cometen a diario los microbuseros con la venia de la comuna, pavimentando ese montón de callejones lodosos, pagando la deuda de la luz, limpiando la Terminal de buses y ordenando la misma para que los usuarios caminen seguros y en un ambiente sano y, por último, que edifiquen un centro cultural a la altura del Teatro de la Ópera de Sidney para que ese espacio vital no muera. Después de todo eso  y solo después, daremos pauta los artistas y ciudadanos comprometidos para que muevan a la gente, a las obras de arte y a cada uno de los que visitamos y vivimos Casa No’j, porque, de no ser así, ese lema tan expresivo de, “Arte  y Cultura en Xela” va tener que cambiar por algo así como “Estupidez y prepotencia en Quetzaltenango”… pero debemos aplicarnos y recordar que nosotros, población entera, podemos exigir el respeto de nuestros espacios y presentar una oposición recia y elegante (como artistas, sin violencia) ante las necedades de un concejal que tiene de culto lo que yo de astronauta.

Yemo Chocano Alfaro, ciudadano de la República de Guatemala

Ciudad de Quetzaltenango, 24 de octubre de 2012

domingo, 14 de octubre de 2012

Los caminos del agua 1: y tanto va el cántaro...

Estas dos imágenes corresponden al acueducto de Tejutla, una de las obras de finales de la Época Hispánica más imponentes del altiplano marquense. Este sistema de arquería de medio punto construido de mampostería, piedra y ladrillo puede observarse en una serie de vestigios a lo largo del "camino del agua" y se encuentra en grave riesgo de desaparecer. 
La importancia de esta obra de la ingeniería de finales del siglo XVIII radica en la calidad de construcción que soportó la embestida de la tierra provocada por el nacimiento del volcán Santiaguito, hecho geográfico que cambió por completo la configuración del paisaje de San Marcos y Quetzaltenango, causando, entre otros estragos, la ruina de la antigua iglesia de San Pedro Apóstol en San Pedro Sacatepéquez y los daños irreversibles al Cuartel de San Marcos que terminó demolido a principios de los años 80s. 


Los datos históricos del acueducto son escasos, su fecha exacta de construcción es incierta y su utilidad para la población se infiere pero no cuenta con registros escritos, es menester de arqueólogos e historiadores resolver sus enigmas. A través de la referencia visual muestro, en la fotografía de la parte superior, uno de los arcos menores que permitían el traslado de liquido hacia la población (corresponde al tramo medio) y, en la foto inferior, se observa el mismo acueducto a su paso por el sector de Los Arcos en jurisdicción de la  aldea Esquipulas. Los daños en cada uno de los sectores se van desde los desprendimientos de tierra en el camino del agua, pasando por la nula actividad de consolidación y conservación hasta la destrucción sistemática por parte de una familia de pobladores que viven literalmente al pie del sistema de arcos, empleando dos de éstos como muros exteriores de su vivienda y colocando todo tipo de elementos intrusivos en los muros de mampostería. Pero el mayor de sus detractores es la indiferencia de la población local y de la autoridad municipal aunando a la ausencia de representantes del Departamento de Monumentos Prehispánicos y Coloniales de la Dirección del Patrimonio Cultural que, con sus omisos (los de todos estos sectores) están dejando que esta edificación tan resistente sucumba ante la mano de los habitantes y la fuerza de una naturaleza deteriorada por la misma mano. 
  

Y vuelta a lo mismo, para los marquenses y, en especial medida, para los vecinos tejutlecos, debe convertirse en una necesidad preservar este monumento pues la construcción de la identidad local está basada en su patrimonio histórico y cultural, esperaría que en algún momento, podamos integrarnos de manera que cada uno, desde su especialidad, pongamos nuestro empeño en hacer algo trascendente en ese espacio donde algunos vivimos donde otros crecieron y al que todos los aludidos le guardamos un cariño entrañable... entonces, insisto: ¿Qué hacemos?