jueves, 22 de julio de 2010

Laguna de la Presa Caliente


A Pepe y Roberto

Como parte del cursillo acelerado de mecánica automotriz llevado a cabo durante los días de viaje en el oriente de Guatemala, los argonautas de aquel par de días de percances tomamos un módulo extraordinario de localización de recursos hídricos para enfriamiento de radiadores y, cuando ya iniciábamos la caminata hacia la laguna de Ipala (aún a más de una hora del punto donde nos habíamos quedado varados), algunos pobladores locales nos insistían en la existencia de una presa en el terreno contiguo al punto donde nuestro habíamos estacionado el carro. Y que Pepe y yo nos lanzamos a la búsqueda de la dichosa presa, hasta que, hartos de buscar alguna señal de agua corriente entre las plantaciones de maíz y banano, decidimos volver al camino y retomar la idea de llegar al cráter del volcán... y de nuevo los campesinos detubieron el impulso y nos convidaron a sacar agua de la mentada presa que, no habiendo peor siego que el que está mal informado, encontramos a escasos 300 metros del cerco a la par del vehículo, pero con la novedad que no era una presa sino una laguneta misma que, tras una disertación científica de alto nivel, fue bautizada como Laguna de la Presa Caliente, en honor a las voces locales, del clima local y del estado del radiador que nos llevó a detenernos en aquel punto recóndito. Allí vimos el primer atardecer del viaje...

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