sábado, 12 de diciembre de 2015

Montaña

A cada quien le llama la montaña de manera distinta. Hay quienes, como es el caso de Coqui y Marvin, que disfrutan de cargar muchos telenques para dormir cómodos en las cumbres frías de Guatemala. Otros como Marlon y Tony, van porque los engatusamos y se admiran de la montaña y vuelven con nosotros cada que pueden. Yo, caso particular, disfruto caminar ligero y andar a oscuras, tal como fui instruido por Edgar, Daniel, Roberto y Giovanni hace un par de lustros. Pocos chunches, una buena cámara, trípode, coca cola, chocolates y manías.

Cumbre del cerro Ixtájel, con Coqui y Marlon. 5/7/2015

El llamado llegó de niño, cuando subíamos "la montañita" con los amigos de la colonia (la montañita era un promontorio de ripio generado por el movimiento de tierras de cuando hicieron la colonia Santa Rita II, cosa que entiendo ahora de grande). Luego fue Lauren el que nos arrastró a Raúl y a mí hacia las faldas del volcán de Agua, ascenso de asalto, repetido tres veces más en los años siguientes con otros amigos de la misma colonia, luego el Pacaya, luego el Acatenango (inconcluso aún) y luego todos los demás... Y la cumbre siempre es motivo de alegría.

Al fondo aparecen os volcanes de Santa María, Chikabal y Lacandón.
Desde las antenas del Ixtájel 5/7/2015

Cada 5 de agosto, desde que llegué a estas alturas, más de algún chiflado se suma a mi causa y celebramos el día del montañista con un ascenso rápido (al ascenso de este año corresponden las fotos que acompañan esta publicación). Para gusto personal, el cerro Ixtájel es la mejor opción: el paisaje, el nivel de dificultad, la totalidad de las fuerzas de la naturaleza y el anhelo de ver hacia las dos cumbres más altas de América Central, si el cielo se despeja, provocan el deseo de caminar en franco ascenso.

Cualquiera que sea la voz de la montaña, todos los llamados subimos para vivir...


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