Los papeles más viejos datan del siglo XVII, hay intercambio
de correspondencia del Supremo Gobierno, la Alcaldía y la Comandancia de Armas;
hay inventarios y un sinfín de nombres de vecinos que han sido, o que fueron,
el engranaje de la Ciudad Cabecera, del pueblo barreño. Historia entre papeles
viejos.
Orientado por el Hugo Del Valle, albacea del pasado
marquense y, por ende, del Archivo Histórico Municipal de San Marcos, busco
documentos que me narren pasajes de la vida de un presidente y de la familia
que dejó atrás cuando se enlistó en el Ejército Reformista. Cada folio, por
mínimo dato, le apunta un éxito al proyecto de Lorena, mi amiga historiadora
que, en el buen sentido, anda removiendo el avispero del ya no tan próximo
pasado.
Aparece doña Celia, don Joaquín, los generales López y Soto,
María y Manuel. Hago registro fotográfico de los datos útiles contenidos en
cada legajo y, de ganancia, también encuentro a mamá Cacimira, viuda y criando
aún a papá Ignacio y tío Mariano que llevan once ausencias a la escuela en un
mes no definido de 1874; a papá Santos que le nombran síndico y que luego lo
consignan para emprender el viaje a la Capital para integrarse a las fuerzas
que sirven al General Barrios sin que pueda entonces ejercer su cargo; y ya
para el siglo XX, a papá Gilberto me lo presentan haciéndose cargo de la
Tesorería Municipal y, en el enredo, otra vez Manuel, los veteranos del 71, los
revolucionarios del 97…
Al fin de cuentas, papeles viejos.
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