jueves, 23 de septiembre de 2010

Entre la música y la historia 3: Las Naik Madera y las Pilas.

El lugar donde se realizó este concierto es conocido como Paraninfo Universitario, uno de los pocos espacios que el grupo de "imbéciles por la autonomía" no lograron cerrar en el último mes. Las muchachas en los instrumentos son las Naik Madera, chicas de ritmo ecléctico, a ratos latinas, por momentos rockeras, que lograron captar la atención de un público selecto que tomó parte de una tarde de sábado para escucharlas. De su música, diré que en particular me dejé llevar por el sonido del acordeón, al tiempo que seguía maravillándome el toque de batería en un par de baquetas guiadas por manos femeninas.



Para no variar, el asunto estriba en que Pepe andaba filmando unas tomas para elaborar un video clip de las patojas y, en apoyo a tales quehaceres terminé, de nuevo, tomando algunas fotos para registrar el proceso. Unos días antes, en el viaje a Parramos citado en un post anterior, el objetivo era el mismo; colaborar con el video. Buscábamos un lavadero comunal que se viera más o menos avejentado pero que tuviese alguna gracia y, de entre todas (aunque al final no se empleó ninguna de las visitadas), los ojos prefirieron la del Parque Central de de la citada localidad chimalteca (última foto) y con esa idea retornamos a Guatemala a comunicarle el hallazgo al Señor Director, osea el Pepe, mostrándole también las imágenes de otras dos pilas ubicadas en el camino de retorno hacia la Antigua. De éstas, la del camino de Pastores ganó por redundante y la imagen de abajo me dará la razón. 

Al escuchar a las Naik Madera se desató el chamuquito que agita la cabeza al ritmo de la batería, que de cuando en vez toca la lira y que siente ganas de volver a las tablas. Luego en las semanas tuve a bien encontrarme con la  la guitarra de Raquel (de la cual escribiré después), la Sexta Virgada, los audífonos en el casco de la moto y las postales de la vida que le sirven de inspiración al concierto diacrónico de la memoria.... 
Post data: por ay se acordarán cuando, en el transcurso de los noventas cambió el slogan de la foto, ese de "es la pila" por el que dice "trrrrremenda en duración"... y ahora mejor compramos alcalinas.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Entre la la musica y la historia 2: Las Luces de Esta Ciudad

Esta fotografía tomada detrás de un wind shield a la altura de la calle martí, acompaña el enlace de una canción que llena muchos espacios en el cajón de las explicaciones...


Me he arrodillado y me he arrastrado a decirte
perdón una y otra vez  y
al mismo tiempo te digo no puedo
prometer no hacerlo otra vez.

He caminado estos pasos siguientes
sólo por hacerte reir
y tengo un raro presentimiento
que hay algo más que sobrevivir.

  y escuchame muy bien:

No no me digas que hacer
pues, sabes, probablemente lo haga al revés
no te lo tomes tan personal...

Perdona si no llego a estar en la cena
tampoco a desayunar
no pude evitar hacerle el amor a,
a las luces de esta ciudad.

Y si me pierdo no me busques tan lejos
seguro esto por ahí,
no es que me esté escondiendo de mi reflejo
es que no quiero que me veas así.

Y escúchame muy bien:

No no me digas que hacer
pues, sabes, probablemente lo haga al revés
no te lo tomes tan personal, no no

No no me digas que hacer
pues, sabes, probablemente lo haga al revés
no soy tan joven menos tan viejo y sé
cuando debo ceder, y no es hoy.

Me he arrodillado y me he arrastrado hasta decirte
perdon una y otra vez
y al mismo tiempo te digo no puedo

No no me digas que hacer
pues, sabes, probablemente lo haga al revés
no te lo tomes tan personal, no no
no uho oh oh.

No no me digas que hacer
pues, sabes, probablemente lo haga al revés
no soy tan joven menos tan viejo y sé
cuando debo ceder, y no es hoy.

Y no es hoy...

Poniéndome al día: Los viajes bajo la lluvia


Estas fotografías de cielo gris, de un agosto que fue de ida y vuelta evocaron los retorcidos y, a veces, gratos días del colegio. Iniciamos la odisea en San Pedro Carchá, adonde fuimos Pepe, Roberto y yo para acompañar la caravana de las Reliquias de San Juan Bosco (fotos 2 y 3). Una semana después, nuevamente Roberto y yo, pero esta vez en compañía de Ricardo Mendoza y su novia, caminamos bajo la llovizna perenne en Parramos y Pastores y Antigua (fotos 1 y 4).

En una entrada anterior comentaba acera de la forma como percibo los temporales en este presente incierto. Hoy, sin cambiar de opinión y tratando de sobrellevar un cuadro depresivo de mi lluviosa existencia (nótese el tono de tragedia griega) presento de nuevo imágenes del interminable invierno del 2010, que de bueno trajo estos viajes entre nubes y precipitación pluvial.

 

Entre la la musica y la historia 1: Sexta Virgada

Creo que a Fernando no le veía desde el incidente aquel en Sacapulas, cuando, por poquito, teminamos siendo el churrasco de la tarde. Luego de la sesión de conferencias del jueves 2 de septiembre, el supraescrito nos invitó a escuchar a una banda local que tocaba en un antro, ya antes visitado, en la siempre hospitalaria Santa Tecla. Estos músicos alegres e irreverentes, que responden al nombre de "Sexta Virgada" (fotografías al inicio del post), resultaron ser todo un espectáculo musical, con un manejo de público interesante y un estilo que puedo definir como un híbrido del NuMetal californiano con el rock de camioneros argentino y un toque indiscutiblemente guanaco. Salí de aquel bar apestando a cigarrillo y con un agradable retorno de la memoria a los días del Rock de Montaña en Guatemala, del tiempo cuando las bandas nacionales creaban obras de arte con sentido social... 

En contraposición, la noche del sábado, en compañía de Félix y Edgar (procedentes de la república del águila y la serpiente), contando con la acostumbrada guía de los Tlatoanis de Santa Tecla: Raúl y Crespín, llevamos a cabo un recorrido por las renovadas calles peatonales del Centro Histórico, deliberando acerca del heredero de los Habsburgo, un tal Maximiliano que, según fuentes bien informadas, no murió fusilado en México y reapareció en tierras salvadoreñas bajo el pseudónimo de Justo Armas, charla que luego tornó hacia las frutas deshidratadas y la manera de cantar el idioma español de los visitantes mexicanos.


Y de nuevo, la visita al vecino del oriente, resultó ser una jornada histórica, llena de pupusas, música, mareros, busetas, arte rupestre, dialectos, caminatas....

Las fotos  tercera y cuarta corresponden, en su orden, a una de las iglesias más antiguas de Santa Tecla, misma que tiene los días contados ante la falta de visión de la parroquia y las autoridades locales; la siguiente presenta al señor Ismael Crespín, en el kiosko de su pequeña ciudad.

Salú..

jueves, 22 de julio de 2010

Laguna de la Presa Caliente


A Pepe y Roberto

Como parte del cursillo acelerado de mecánica automotriz llevado a cabo durante los días de viaje en el oriente de Guatemala, los argonautas de aquel par de días de percances tomamos un módulo extraordinario de localización de recursos hídricos para enfriamiento de radiadores y, cuando ya iniciábamos la caminata hacia la laguna de Ipala (aún a más de una hora del punto donde nos habíamos quedado varados), algunos pobladores locales nos insistían en la existencia de una presa en el terreno contiguo al punto donde nuestro habíamos estacionado el carro. Y que Pepe y yo nos lanzamos a la búsqueda de la dichosa presa, hasta que, hartos de buscar alguna señal de agua corriente entre las plantaciones de maíz y banano, decidimos volver al camino y retomar la idea de llegar al cráter del volcán... y de nuevo los campesinos detubieron el impulso y nos convidaron a sacar agua de la mentada presa que, no habiendo peor siego que el que está mal informado, encontramos a escasos 300 metros del cerco a la par del vehículo, pero con la novedad que no era una presa sino una laguneta misma que, tras una disertación científica de alto nivel, fue bautizada como Laguna de la Presa Caliente, en honor a las voces locales, del clima local y del estado del radiador que nos llevó a detenernos en aquel punto recóndito. Allí vimos el primer atardecer del viaje...

Güija y Atescatempa (también al levante)


Recuerdo que desde que estaba en el colegio mis maestros me hacían localizar, en los mapas de lineas azules o verdes, los lagos y lagunas de este país, incluyendo los de Jutiapa, que para la mayoría de los capitalinos, pasan desapercibidos. En aquellos dorados tiempos no tube la oportunidad de conocer el oriente de mi país y, bueno, la curiosidad un poco y la inquietud surgida de cada trayecto hacia San Cristóbal Frontera, me hicieron aprovechar la oportunidad que planteo Roberto Echeverría, para visitar algún área poco explorada de Guate, marcando el rumbo más al este en el lago de Güija adonde paramos yendo en dos ocasiones.
Gracias a Marielba, hacía unos cinco años conocí dicha cuenca del lado salvadoreño, sector interesantísimo en especial por la presencia de los petrograbados de Igualatepeque, pero me quedaba pendiente conocer la porción que corresponde a mi paisito.

Y en estos recorridos llegamos a ver dos playas distintas en este cuerpo lacustre. Durante la primera gira visitamos la playa pública que está justo al final del asfalto (imagen inmediata superior) y acá conocimos a don Edwin, un pescador artesanal que nos dio la bienvenida a la zona y nos contó un poco acerca de las crecidas que últimamente a tenido el lago y de las modalidades de la pesca local.
A la segunda vuelta llegamos a un área privada conocida como San Juan la Isla (imagen inmediata superior), sector donde esperamos hasta que el sol diera sus primeros pasos en el cielo guatemalteco. El espectáculo, por demás esta decirlo, fue sublime. Fue como ver nacer la luz sobre un espejo de plata, solitario, apacible y lleno de expectativas por el inicio del segundo día de recorrido entre los cuerpos lacustres del oriente.

De nuevo en la ruta, en dirección hacia la frontera, visitamos la laguna de Atescatempa (primera y última imágenes de este post), que algunas veces en verano se convierte casi en una charca y resurje con las primeras lluvias, siendo lo más impresionante que, en conjunto con el caudal, retornan los peces, aún cuando no existen afluentes en esta micro cuenca.
En esta segunda locación el viaje fotográfico encontró un paisaje impresionante de lago que descansa a las faldas del volcán Las Víboras y donde vaqueros y pescadores cumplen con la faena diaria.

 

En la Frontera del Levante


Me parece curioso como los extremos opuestos, en este caso, del territorio, pueden albergar lugares que en su contrastante realidad pueden maravillar a cualquier ser humano que sienta apego a la naturaleza. y lo contrastante va más allá de la diferencia en la cobertura boscosa, también abarca esa realidad que se vive en la ciudad y que, en las fronteras, pasa más que desapercibida.

En los últimos días, en compañía de Pepe y Roberto, realizamos dos viajes hacia el Lago de Güija y el resto de cuerpos lacustres de Jutiapa, descubriendo un mundo aparte, cálido, lleno de paisajes impresionantes y de gente que extiende la mano al paso del visitante. También nos acompañaron zancudos, vacas y problemas mecánicos, sin que ninguno de estos factores alterara la magia de visitar una serie de espejos plateados, de mínimas dimensiones, como tanta cosa que en guate asemeja una maqueta del mundo.

Y cada uno de estos laguitos tiene su encanto particular comenzando, de sur a norte, por Nisguaya (foto inmediata superior), una laguna de sabana rodeada por pastizales, en cuyo acceso fuimos abastecidos de agua para aplacar la sed por la señora de la casa patronal de la finca ganadera que permite el acceso a este lugar. Acá fuimos perseguidos por una vaca que cuidaba de sus terneros y atacados por una jauría de chuchos que parecían de buena raza y que, por ende, no eran de fiar, así que optamos por asustarnos, caernos y reírnos, apreciando aún más lo bella que es la vida en estas campiranas regiones.

En el mismo paralelo, nuestra misión tubo un desenlace a pedir de boca: un atardecer caminando por la meseta que separa La Encantada  y El Comendador (fotos 3 y 1 en orden de arriba para abajo). Estas dos lagunas deben ser el paraíso, precedidas por una comunidad de pescadores y labriegos del campo que viven al mismo ritmo del vaivén del agua, nos invitaron a no marchar jamás a disfrutar la puesta de sol y luego, olvidar que al oeste una ciudad caótica nos esperaba con ruido, humo y granadas en los buses nuevos...

viernes, 25 de junio de 2010

Durante los días del agua

Desde niño, siempre guardé un sentimiento especial por los días lluviosos. Los días de mayo a septiembre al retorno del colegio los disfrutaba entre las aguas que formaban ríos que a mi parecer eran enormes y que corrían paralelos a las banquetas, ríos que franqueaba con mucha destreza, dejando los zapatos empapados y el ímpetu de niño enaltecido por haber culminado victorioso el aventurado camino a casa.
El llanto del cielo me acompañó en los viajes más gratos de mi vida: en mi primer ascenso al Pacaya, durante los dos días en Tarrales con mis con mis hermanitos espirituales, aplacando también el desventurado calor del Petén y durante mis tantos recorridos por las calles de Xela y la carretera a San Marcos. Y así tengo tan gratos recuerdos de inviernos copiosos, incluyendo mis cumpleaños en la playa acompañados del puntual chubasco de cada noveno mes.
Ahora en cambio, el agua y el viento hacen tremendos destrozos y la tierra parece no aguantar más, se desmorona bajo el asfalto, se lleva casas y gente, provocando un sentimiento encontrado en quienes le guardamos tan entrañable cariño a la temporada de lluvias. Y así, un poco por autopreservación, otro poco por nostalgia, estos últimos años he optado por quedarme guardado observando las tormentas por la ventana mientras espero que amaine para salir a disfrutarme los dejos últimos de llovizna que compenzan en parte aquella necesidad de purificar el alma con el agua bendita de cada invierno.

domingo, 6 de junio de 2010

San Miguel Escobar

Un lugar bastante remoto, inclusive estando allí, cerquita de la Antigua Guatemala: así es como puedo referirme de San Miguel Escobar, aldea que visitamos el fin de semana con Edgar, Fernando, Fili  y compañía. Por vez primera tenían mis pies el gusto de tocar el suelo de este poblado, aunque la situación no fuese la idónea, pues ha sido el daño causado por la tormenta Agatha la razón para acercarnos a esta comunidad que, entre todo el desastre, ha presenciado la buena fe demostrada por los vecinos que viven en las áreas urbanas circundantes y de aquellos del área rural que, aún estando en condiciones similares, han llevado su pala y su hazadón para despejar las calles que dan muestra de la altura alcanzada por el lodo que ha descendido por las faldas del Junajpú.
Las imágenes que acompañan este recuadro de la memoria dan cuenta de la calamidad y de la belleza implícita en el trabajo de hormiga que realizan los guatemaltecos para volver a tenerse en pie.

jueves, 27 de mayo de 2010

Madre Vieja




El viaje de hoy se convirtió en un paseo exigente. En principio, la caminata en el sendero que llaman “de San Andrés” resultaba un total sinsentido puesto que, en aquel guamil, únicamente se percibía el verdor de la maleza y un caminito de eso que llevan a ninguna parte. Hora y media después accedimos al beneficio de café y nuestro guía ofreció mostrarnos una cascada que, al paso de veinte minutos apareció ante nuestros ojos y fue ahí donde el recorrido tornó en algo emocionante y sublime.






Agua clara descendiendo con suavidad por una peña imponente, riachuelos que luego desaparecen, se los traga la tierra, para luego salir regurgitados metros abajo y así, llegar sin premura al Madre Vieja, cumpliendo por mi parte con uno de los pendientes dejados a finales del año anterior.





Al sentir la corriente y luego contemplar la fuerza del río golpeando las rocas llega a envolverme de nuevo en el respeto que le guardo a la naturaleza, en este viaje que tuve a bien compartirlo con Wilson Santizo, mi aliado en los caminos luqueños y con los amigos guías que llevaron nuestro andar seguro entre maleza, agua y rocas.

miércoles, 26 de mayo de 2010

palabras (volumen 1)

De la pluma de Marlon Francisco surje el texto número IX de los "Poemas de Flor de Juventud". Sin mayores calificativos, estas palabras han despertado el recuerdo de las tardes poéticas en las Cien Puertas del primer lustro de este siglo, tardes que, sin otra intención que contarnos, entre amigos, aquello que nuestra pluma desvstía de nuestra inventiva, hicieron de los años en esta caótica ciudad un martirio razonable, un deleite de música y palabras. 

IX

No eres culpable de mis miedos
han sido jornadas continuas
de coleccionar espejos rotos
de buscarme un hogar en las alturas

de confeccionarme
una armadura tan sutil
que es hoy el escaparate
que te previene de alcanzarme

todos los nombres
que guardo bajo mi sombra
han sido víctimas
de una fiera incansable y caprichosa

hoy te acecha con sigilo
bajo mis párpados
esperando el menor indicio
la más ínfima debilidad
para devorarte
y elevarte a los altares de mi desidia

No importa si das o no la talla
mi vida funciona
a base de inmolar héroes
y permanecer sola llorando su recuerdo
Marlon Francisco, 2010
Foto: Cementerio General de San Lucas Tolimán, G.Chocano 2010.

miércoles, 14 de abril de 2010

Bendita agua

En este país lleno de incertidumbres ocurre que siempre, o casi siempre, nos callamos ante las atrocidades que los grupos que ejercen el poder cometen en detrimento del resto de la población y de la soberanía territorial. De tal cuenta, en la penumbra de negocios turbios, existe la posibilidad de renovación del contrato de explotación petrolera en Laguna del Tigre, una de las áreas de mayor caudal dulce subterráneo en la zona mesoamericana. Anteponiendo intereses individuales, la opinión pública se manipula desde las citadas cúpulas, intentando que creamos que la zona está deterirorada en su totalidad y que no vale la pena conservarla, siendo esta una patraña de las más vulgares ya que, aún con los daños que la explotación indiscriminada de recursos ha causado a esta área protegida, el ecosistema sigue vivo y, a Dios gracias, puede recuperarse si lo dejamos descansar, porque la selva es noble. Este es quizá el caso más extremo dentro de una total anarquía nacional en pro del abuso de la naturaleza.


De experiencia personal he visto los ríos y lagos más imponentes del país deteriorados por actividades industriales y por crecimiento urbano, habiendo casos que llegan al límite de la ironía, como el de Santiago Atitlán, donde la población consume agua contaminada (y para colmo, sin potabilizar) que se extrae de un lago que está condenado a muerte por la misma actividad de la gente, que igual tiene los días contados mientras siga vertiendo sus desechos y fertilizando el café con  químicos en el pobrecito cuerpo lacustre sololateco.  Y así puedo seguir con ejemplos que van desde el lavado de ropa y el empleo de fertilizantes tóxicos en cuencas altas de San Lucas Tolimán, hasta el despilfarro de agua en las cañeras y bananeras de la costa, amparado en falsas políticas de seguridad social, sin que la cosa  presente alguna solución viable.

Existen no obstante, acá en Guatemala y en el resto del mundo, iniciativas que buscan resaltar la importancia de preservar los caudales y la calidad del agua, sin entrar en la ecoisteria, tratando de llevar a la población un mensaje preventivo. De tal cuenta, con paso discreto, surge un movimiento de listones verdes en rechazo a la destrucción sistemática del Parque Nacional Laguna del Tigre y del resto del entorno natural de este, aún verde, país, movimiento que apoyo y comparto con ustedes.

Así, en resumidas cuentas, este es un intento de darle voz al agua...

lunes, 5 de abril de 2010

Lugares Dramáticos



De gloria perpetua, la arquitectura de los teatros de las ciudades más grandes de Guatemala representa, a todas luces, la magnitud diacrónica del arte local durante el vigésimo siglo. La estructura del Teatro Municipal de Xela, edificada hace ya 100 años y centavos, constituye un referente obligado del corazón urbano de Occidente donde queda plasmada la idea de convertir a la metrópoli de Los Altos en la muestra más irónica del Renacimiento Desfasado, de idéas progresistas que permitieron el desarrollo de una élite social fuerte, que mantenía la vista puesta en Europa y la pata en la espalda de la fuerza laboral del campo.  Monumento ambiguo, de una calidad artística sublime y que, a la fecha, es patrimonio y orgullo de los quetzaltecos y, para quien esto escribe, uno de los espacios más nostálgicos del Altiplano.
Siete décadas después, la creatividad del maestro Efrain Recinos concibe una maraña de líneas que juegan con el paisaje y, desde la Colina del Soldado, a inmediaciones del Fuerte de San José, le dan vida a la magna casa del arte contemporáneo de la capital: El Centro Cultural Miguel Ángel Asturias. Aquí, nuevamente, los contrastes aparecen, esta vez para mezclarse como lo hace el contorno del gran teatro, llevando a escena una obra creada a partir de un antagonismo bélico, creativo y brutal, en este espacio que, a la fecha, igual que su hermano del occidente, permite la convivencia inidscriminada de aquellos bandos que la historia a puesto cara a cara.

jueves, 1 de abril de 2010

En los valles centrales

De los últimos días han surgido cosas interesantes, como ese giro del destino de hacer viajes cortos en la noche del sábado que llevan a perdernos en los callejones empedrados y llenos de bugambilias. Algunas veces el viaje comienza con chalas que rememoran los días de libro y café en el centro, aunque ahora han pasado a la morada de las Libélulas -acá debo hacerle los honores a las hermanas Loukota por haber creado un lugar tan confortable-, que al rato se torna en resguardo literario que permite cortar de tajo el rutinario modo de andar corriendo en la metrópoli.
Luego, las calles antigüeñas y ese bar donde una banda de reggae saca a relucir nuestros dotes de críticos (siempre inconformes), avanzando luego a pie, olvidando lo difícil que sería hacer eso mismo en guate, adonde volvemos con las baterías recargadas.
Las imágenes colgadas corresponden, la primera,  a la Libélula -libros y demás menjurjes- y, la segunda, cortesía de Edgar Quisquinay,  a un grabado que se encuentra en el frontispicio de las ruinas de una iglesia ubicada justo al lado del bar.   
Por acá en los valles centrales anda ahora esta desordenada memoria.

Dónde...

Me oculto tierra adentro. Nuevamente las carreteras llegan al agua donde crece el tul, ascendiendo por el tecal, el hule y el café, hasta llegar al pequeño resguardo, al sur de mi triste lago. Allá es a donde voy, a redescubrir el bosque de sombra y caminar junto a los ríos que se presipitan rumbo al mar. 
Y luego busco en el plano de la memoria las calles a donde pretendo dirigirme después, a la ciudad que visito durante la noche nostálgica, donde a veces debo llegar para definir nuevamente el universo, donde termina el camino transitado y comienza un paraje sin final.
...y ahora escribo desde el lugar donde todo, siempre, ve el comienzo.

viernes, 12 de febrero de 2010

De riscos, iglesias y mercados (parte 3)

Al pasar del entronque de San Lorenzo, en dirección hacia Ixchiguán, una serie de aldeas van dejándose ver sobre la planicie superior del cerro Serchil. La más poblada de estas pequeñas villas es San Sebastián, la cual busca, desde hace algunos años, su acenso a categoría de municipio, lo cual esta visiblemente justificado, más allá de su extensión de área urbana, en la importancia comercial que esta puerta del Altiplano Marquense ostenta entre los poblados de la montaña, contando con el mercado más grande al norte de San Pedro Sacatepéquez, donde inclusive la población de la cabecera departamental, en algunas ocaciones, acude para abastecerse de los productos frutales procedentes de Tejutla, San Lorenzo y Tacaná. Allende la variedad de producto agrícola, los viernes de plaza resultan peculiares cuando el mercado de animales se instala en el predio contiguo a los puestos de manías y vegetales a la orilla del asfalto, lo cual entorpece el tránsito de  automotores que circulan por allá.
Varias han sido las cosas que llamaron mi atención de aquel recorrido de mercado en nuestro camino de retorno luego de visitar Tacaná, quizá la nostalgia de mi madre por conseguir manzanas de semilla local haya sido el facotr principal que nos obligó a detenernos en aquel punto donde, además, compramos manías y, ya sobre la ruta, nos despedimos del paisaje que corona el Tajumulco.

miércoles, 10 de febrero de 2010

De riscos, iglesias y mercados (parte 2)

Nueve años atrás visité por vez primera San Francisco El Alto, un espacio histórico y colmado de magia ancestral que, entre sus gracias, cuenta con una de iglesia católica que puede catalogarse entre las muestras arquitectónicas de la Época Hispánica más impresionantes de las Tierras Altas.
Frente al templo, los días de plaza llega un gentío procedente de los municipios circundantes (tanto de Totonicapán como de Quetzaltenango) a vender granos básicos, productos de la hortaliza, tejidos de maquila local, ponchos de Momostenago, enseres de plástico, aluminio y barro, variedad total de chachales y mercadería pirateada, asfixiando el kiosko (que siglos antes era fuente) y conviritendo el sector en un bullicioso mercado que termina, cuadras abajo, en un mercado de animales donde se puede comprar (o trocar) desde un loro hasta una vaca. 
Del viaje efectuado a finales del 2009 salen estas imágenes de la plaza del atrio donde se intala el mercado y del campanario que corona el templo.

Cerrado el blog de Chukmuk

A quienes en algún momento se dieron una vuelta por el blog chukmukarqueologia.blogspot.com, el cual estaba en construcción, les comunico que hemos decidido cerrar dicho espacio debido al cambio de políticas en la admisntración de dicho sitio arqueológico, donde el trabajo comunitario está siendo mensopreciado al igual que la preservación de evidencias del pasado, priorizando la estética urbana sobre la recuperación y manejo sostenible de los recursos culturales. Como ejemplo, la imagen adjunta muestra la peña de la pintura rupestre, muestra única en la Cuenca de Atitlán, la cual se encuentra en alto riesgo debido a la construcción de una planta de tratamiento de aguas servidas.

De igual manera, los informes que serían colocados en el espacio destinado a la Bilblioteca Chukmuk, serán colocados en el Guipil de Arqueología Terraltense (link en la columna lateral) a partir de su próxima actualización.

Este post tiene carácter informativo y será eliminado en un par de días. 

jueves, 28 de enero de 2010

De Espejos

El texto siguiente aparece en el imaginario personal unas horas después de contemplar un óleo del cual ayer su autora me hizo partícipe... un cuadro sin nombre y este relato extraño que comparto en este tejido de palabras....



 De Espejos

El ojo, la mirada en el perfil de aquella mujer juzgaba a la persona que veía en el espejo. La cinta en el tocado hiba desenredándose para dejar que la gravedad cumpliera con su tarea, era furia y energía de natura combinada en su rostro de fémina plasmado al óleo y colgado de la pared.

El color ocre fantástico de la piel guardaba algo de ira aunque era más como un reflejo del color de sus montañas, de aquella sierra kárstica que la poseía de alma y espíritu cada vez que intentaba alejarse de casa, de sí misma y que, previo, viendo al espejo, se despojaba del hábito campirano para ocultar el temor que guardaba tras aquella mirada inquisidora.

Ojos, pero no los propios, un para de perlas blancas llenas de incertidumbre despiertan con el primer destello de realidad que percibe el bultito del futuro que ella carga a la espalda, al cobijo del perraje que se difuma en el marco del óleo, tiempo mismo que ella sigue absorta en el espejo inquiriendo, inquiriéndose, llevando una carga dulce, pero carga al fin, que lleva a cuestas por evitar traerla en brazos evitando así la opinión pública y sentenciándose a la vez al confín del espejo.

Y quien la observa desde fuera contempla un escalofrío al pensar que la mano que sostenía el pincel (que pudo ser la suya) trataba de decir justo lo que aquel expectador infería en la total ignorancia del arte. Los ojos del bultito le atraen, tan reales, tan perdidos como los de cualquier infante del altiplano, blancos como la incertidumbre, como todas las respuestas que no llegan hasta que suena el teléfono y una voz, que no es de la dama del óleo, le recuerda donde están guardados los pomos de color que llenan su hoja de certezas, encontrando finalmente el instante de sosiego...

y deja de juzgarse a través del espejo.
Yemo Chocano