martes, 5 de enero de 2010

Aún dormidos...



De lejos, o estando en caminos de bosque y magma petrificado, estos cerros que custodian los valles y las pequeñas ciudades guatemaltecas constituyen materia en bruto para la creación artística. De tal cuenta, en el libro Week-end en Guatemala de Miguel Ángel Asturias aparece una serie de diálogos entre Milocho (chapín) y Alarica Powel (yankee) que aluden a los días de la caída de Árbenz a manos de una invasión mercenaria, dirigida desde norteamérica y que entrelazan los volcanes con la coyuntura de aquellos días. Al final de este post, reproduzco literal el texto en cuestión. 

En estas imágenes se presentan (de arriba hacia abajo) el Hunahpú -mal llamado volcán de Agua- en su faceta de celoso guardián de las calles antigueñas; el Tajumulco -sin nieve- desde la carretera que conduce a Ixchiguan; el Atitlán, en fotografía tomada desde una finca de la bocacosta a inmediaciones de San Lucas Tolimán; el Cerro Quemado -uno de los guardianes de Xela- muestra de la actividad geológica, digamos, reciente en el país y, finalmente; el Tacaná, nomás para que vean que la antigua no es el único pueblo donde estos señores de tierra y fuego hacen guardia día y noche.

A todo esto, ayer, mi sobrina Sofía preguntó el por qué de mi gana de subir los volcanes. La respuesta está tan dentro que, finalmente, no logré responder algo coherente. Quizá, dejar que las nubes me abracen y llenarme de la adrenalina del ascenso hagan que mi brújula en vertical siempre apunte entre 45 y 60 grados con dirección al cielo.


- No se por qué te cuasan risa mis volcanes...-dijo Milocho aún bromeando.
- Y qué otra cosa me pueden causar, cuando yo tengo mis aviones como dices tú...-siguió ella la broma.

- Tus aviones y la dicha de haber encontrado a mis volcanes dormidos.
- O... Haciéndose los dormidos, que no es igual...-aguijó Alarica sin dejar de reír.
- Lo que pasa es que los poderosos no se ocupan de las insignificancias... ¡Tus aviones... bah: moscas pequeñas para mis volcanes... ni los despertaron!
- ¿Poderosos...o impotentes?
La mirada de Milocho torcida como un puñal que hiere al sesgo, se arrastró tras los sonidos de aquella palabra... no era la primera vez que se la soltaba Alarica. De su boca, presa de un temblor amargo, agarró la cachimba de ámbar, para aliviar el cigarrillo del peso de la ceniza, tratando de conservar su serenidad.
- Sí, sí... tus volcanes son un poco la imagen de la grandeza impotente de ustedes... Pero aquí, darling, no sólo los volcanes, todos, todos se hicieron los dormidos cuando asomaron mis aviones. 
[...] - ¿Qué otra cosa le queda al que se ve asaltado por una cuadrilla de bandoleros?... Hacerse el muerto, darling, hacerse el muerto...
Week-end en Guatemala. 
Miguel Angel Asturias, 1955.


1 comentario:

Hanna dijo...

Siempre he pensado que estos celosos vigilantes de lo que sucede bajo sus pies son parte de la magia de nuestro valle.... lo que no me parece es que todo se centre en el de Atitlan y los de Antigua... si los demás también tienen su magia... y bueno... a Sofi le hubiera dicho... ".. esa es una de las mil preguntas que te haras conforme me vayas conociendo..."