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Muchas veces queda inadvertido que la sima de cada monte ígneo, la cumbre de los guardianes de la tierra, sólo tiene razón de ser cuando es compartida, cuando los que van por primera vez y los que retornan constantemente ponen cara de asombro ante los poblados que se ven en lontananza. De manera particular, el Pacaya me atrae más que cualquier cumbre porque siempre lo comparto, desde San Francisco de Sales hasta el cráter y cada que voy encuentro nuevas razones para volver.
En las fotos, tomadas en el viaje de abril de 2005 por Manuel Cerón, se presentan los hilos que tejieron el güipil de turismo, observando hacia el Hunahpu en la primera imagen y festejando la cumbre en la segunda, estando presentes, al frente, Roberto, Pepe, Manuel y el chucho que se comió nuestras provisiones; atrás, de izquierda a derecha, Marjorie, Stephanie, Flor, Katherine, Edgar, Otto, Chocano, Javier y Allan (QEPD), cuya partida lamento profundamente por el espacio vacío que deja en el tejido de mis hermanos menores.
1 comentario:
Hermano: Pues yo, igual que vos, guardo recuerdos miles de las tantas veces que he escalado el Pacayita... recuerdos que también van de lo absurdo a lo sublime. Acompañarlos, a vos y a la tropilla del CARES, fue y será parte de esas experiencias. Igual que vos, también, lamento la partida de Allan... rogaré siempre por su descanso. Un abrazo.
Edgar.
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