Es una vaina eso del trabajo en este país. Acá no hay güipiles, hay uniformes blancos cubiertos con gabacha, gorro y guantes de hule, un trabajo molido y mal pagado para los operarios de la maquila del oro verde, una realidad que dan ganas de no verla. En contraste, la naturaleza brinda un espectáculo que sólo la bendita Costa Grande puede albergar: el Astro Rey dando sus primeros destellos detrás del follaje de plátano y palma, la iluminación naranja en anuncio de otra jornada calurosa y nosotros, casi como Catherwood y John Loyd Stevens, haciendo ecoturismo, un poco por trabajo y tanto más por el llamado del camino que nos lleva siempre a cualquier lugar.
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sábado, 6 de junio de 2009
De las poquísimas veces que veo amanecer
Es una vaina eso del trabajo en este país. Acá no hay güipiles, hay uniformes blancos cubiertos con gabacha, gorro y guantes de hule, un trabajo molido y mal pagado para los operarios de la maquila del oro verde, una realidad que dan ganas de no verla. En contraste, la naturaleza brinda un espectáculo que sólo la bendita Costa Grande puede albergar: el Astro Rey dando sus primeros destellos detrás del follaje de plátano y palma, la iluminación naranja en anuncio de otra jornada calurosa y nosotros, casi como Catherwood y John Loyd Stevens, haciendo ecoturismo, un poco por trabajo y tanto más por el llamado del camino que nos lleva siempre a cualquier lugar.
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